Este fin de año, los diputados y la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos se lucieron con los mexicanos, desquitaron su sueldo, 2 semanas antes del fin de año y después de meses de trabajo y arduas investigaciones, decidieron aprobar un aumento del 4.1% al salario mínimo que es igual a $2.34 pesos. Así, los mexicanos pueden estar seguros de conservar su poder adquisitivo y en base a un arduo trabajo con jornadas de 8 horas o más, asegurar la construcción de un futuro mejor… ¿Se nota el sarcasmo?

Ya se han pronunciado al respecto los líderes de diferentes sectores de la CROM, sindicatos, y desde luego la gran cantidad de mexicanos que viven día a día con el salario mínimo, que son la mano de obra de la industria mexicana, y que en lugar de poder disfrutar los beneficios de su trabajo, cada día que pasa, sufren más para cubrir sus necesidades básicas. Y todos los pronunciamientos convergen en el mismo punto: El salario mínimo es insuficiente para subsistir dignamente, y el aumento a éste aprobado para el 2011 parece más una burla que una ayuda.

Desgraciadamente nos enfrentamos a un problema mucho más complejo que el sólo aumento al salario mínimo, no basta con que se tenga un salario mínimo y un aumento anual congruente con los aumentos de precios, se necesita primeramente, tener un sistema de generación de empleos eficiente que alcance a la mayor cantidad mexicanos posibles, de modo que el combate al desempleo sea una realidad y no solamente un slogan.

De la misma manera, el gobierno del Banco de México, debe dejar de lado el discurso de la inflación controlada y pronosticada de la manera en que actualmente se realiza, porque aunque el índice inflacionario es técnica y teóricamente correcto, es obvio para la gran mayoría de los mexicanos que no encaja con la realidad que se enfrenta día con día. La realidad es que los precios cambian diario y los mexicanos deben seguir comiendo; así si el día de hoy el kilo de tortilla amanece a $12 pesos cuando un día antes estuvo a $7, el ama de casa debe decidir entre destinar $5 pesos más a la alimentación, comprar solamente medio kilo para no gastar más, o en el peor de los casos tener que buscar productos sustitutos (si los encuentra). Si el aumento de la tortilla solamente dura 1 o 2 semanas, ya no impactó de forma importante el índice inflacionario y por lo tanto para el gobierno y el Banco de México, todo está bajo control.

Desafortunadamente para los productores y distribuidores, los aumentos repentinos de precios finales, pueden ser en parte justificados, ¿Cómo se aguanta sin un ajuste de precio para el consumidor final, un aumento de 12% en la gasolina magna o de 11.7% en Diesel? La decisión de la Secretaría de Hacienda de ajustar el precio de las gasolinas para acercarlas más a la realidad internacional sin duda perjudica de manera directa tanto a los productores como a los consumidores. Y es que no puedes de la noche a la mañana darte cuenta de que los subsidios a las gasolinas son demasiados y pueden afectar las finanzas públicas y comenzar un ajuste «gradual» de precios. Si los combustibles estaban siendo subsidiados durante tantos años, era por una razón tan simple que no le pareció obvia al gobierno federal: México es incapaz de refinar el petróleo que extrae del Golfo de México, de esta manera, debe mandarlo a refinar al extranjero y luego re-comprarlo transformado en gasolina, de esta manera, una incompetencia del gobierno al no invertir en el desarrollo de la cadena de suministro se suplía con los subsidios. Y una vez más en lugar de invertir en desarrollo, lo más prudente para nuestros dirigentes fue cobrar más a los mexicanos, pero eso sí, darles un súper aumento de sueldo de $2.34 pesos diarios.

Al menos desde mi perspectiva, y creo que será ampliamente compartida, las finanzas públicas estarían todavía más sanas si los Gobiernos se decidieran a desaparecer los miles de puestos fantasmas que costea el Gobierno Federal y muchos de los gobiernos estatales y municipales, los consejeros del IFE se asignaran un sueldo verdaderamente decoroso, los ministros de la suprema corte demostraran que su discurso de servir a la patria y velar por la justicia es por convicción y no por avaricia, los diputados y senadores se conformaran con un sueldo decoroso pero no estratosférico y costearan ellos mismos sus viajes y servicios como: Seguro de gastos médicos, celular, comidas o gasolina; tal como lo hacen los mexicanos a los que dicen representar.

¿Alguna vez escucharemos esto de algún político en campaña? Yo lo dudo.

Por último debemos preguntarnos, ¿Por qué llegaron a los cargos de elección popular tan malos tomadores de decisiones? Tristemente gran parte de la responsabilidad fue nuestra al emitir un voto por ellos, o peor aún por no emitirlo. Así que, como ciudadanos debemos ir comprendiendo que la apatía política nos perjudica tarde o temprano. Debemos estar muy bien informados de las propuestas que se nos ofrecen antes de las siguientes elecciones y debemos estar al pendiente de los procesos para tomar los espacios necesarios que nos permitan ser escuchados y hacer uso del poder que nos concede la democracia para pactar acuerdos y obligar a los políticos que elegimos a velar verdaderamente por nuestros intereses y dejar de burlarse de la ciudadanía con aumentos al salario mínimo de $2.34 pesos.

¿Quién de los diputados está dispuesto a demostrarle a la ciudadanía como viviría con el salario mínimo ya ajustado?

A través de este espacio quiero agradecer a todos los que semana a semana nos acompañaron en estas «Reflexiones» durante la segunda mitad del 2010. A todos nuestros lectores les deseamos una Feliz Navidad y un muy próspero 2011; con su preferencia podremos continuar platicando y reflexionando acerca de la coyuntura política y social de nuestro país durante el siguiente año.

Un agradecimiento muy especial y afectuoso a mi amigo José Luis Guzmán por la oportunidad de compartir mis «Reflexiones» con todos ustedes.

¡Feliz Navidad!

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